Experiencia de donación de óvulos

Enfrentarse a una donación, como cualquier otro proceso médico necesita información y meditación. Cuando te planteas por primera vez la posibilidad de convertirte en donante de óvulos, lo primero que se pasa por la cabeza son pinchazos en la barriga, hormonas, controles,… además de que la posibilidad de tener que ser anestesiada puede suponer pánico para muchas mujeres.
Nada más lejos de la realidad, la donación de óvulos es un proceso indoloro y las molestias que puede ocasionar son familiarmente conocidas para las mujeres, ya que pueden equipararse a los dolores menstruales. Además, incluso para más información, la donación de óvulos no compromete para nada la futura fertilidad de la donante.
En cualquier caso, lo primero y más adecuado es concertar una cita en una clínica especializada. Esta primera cita es a modo informativo donde se explica todo el tratamiento y las ventajas e inconvenientes. También se informa acerca de la compensación económica que realmente es un punto importante ya que en muchos casos supone un aliciente para convertirse en donante. Existe una segunda entrevista donde se estudia la historia clínica y se firman los documentos. Tras la segunda entrevista llega la visita al ginecólogo para realizar el pertinente reconocimiento médico y determinar si finalmente eres admitida como donante de óvulos.
Sólo por seguridad médica, se realiza, durante una horas, el ingreso en el centro y posteriormente se te da el alta. Es necesario mantener el contacto con la clínica de fertilidad durante un tiempo una vez realizada la donación a la vez que se sigue un tratamiento post-captación para evitar complicaciones.
Una vez que se tiene la menstruación, se da por terminado el proceso y queda abierta la posibilidad, una vez transcurridos unos meses, de volver a realizar el proceso. En este caso sólo hay que ponerse en contacto de nuevo con el centro.
En muchos casos, saber que con tu acto estás dando la posibilidad a muchas parejas de poder conseguir su sueño de ser madres es lo más gratificante y no existe razón más importante.